Dejar Punta Sal nos costaba trabajo, alejarnos de la suave arena, el caliente sol y la tranquilidad era algo que no queríamos hacer, pero teníamos trabajo pendiente y la falta de internet en el bello pueblo nos hizo movernos hacia la «civilización».

2X8B34315d_mancora_peru_2015Con resignación avanzamos hacia Máncora, antes de irnos nos prepararon para el caos que era ese lugar. Máncora es una playa surfista por excelencia, la preferida de la mayoría de los viajeros, una de las más turísticas en la costa Peruana y una de las últimas para disfrutar del agua sin congelarte. ¿Pero porque iba a ser caótica una playa tan amor y paz como esta?, pocos kilómetros después, comenzamos a ver toda esa cantidad de moto taxis que no dejaban de pitar en ningún segundo. No podíamos creer que en un pueblo con una sola calle principal, pudiera existir tráfico, gritos y choques como si del DF se tratara.IMG_3370t3i_mancora_playa_2015De lo único que estábamos seguros es que nosotros buscábamos algo muy diferente a la primera impresión que nos había dado Máncora, queríamos estar lejos de los artesanos, de los surfistas y de los turistas, queríamos relajarnos y trabajar tranquilos. La búsqueda fue fácil, de inmediato encontramos un lugar que llevaba el nombre perfecto «Hostal Relájate». Y eso fue lo que paso, NOS RELAJAMOS!Peru_mancora-20152X8B9936A orillas de la Playa Amor, encontramos en este lugar la paz que necesitábamos, la fortuna de tener el mar frente a nosotros y la suerte de estar casi solos por una semana en el hostal.Peru_mancora-20152X8B9970Debemos aceptar que Máncora lo conocimos muy poco, fueron contadas las veces que salimos al pueblo, el simple hecho de escuchar tanto claxon hacía que retrocediéramos el paso y regresaramos a nuestra burbuja de armonía. Nosotros gozamos de Playa amor, disfrutamos de atardeceres sentados con un buen libro en la mano, y bebimos cuantas cervezas quisimos mientras el sol pegaba en nuestros cuerpos.

Pero algo muy raro pasaba todos los días, en esa suave arena que a diario pisábamos y que tanto disfrutábamos frotar contra nuestros pies. Cada mañana aparecían animales muertos, cada día era un nuevo hallazgo, y todos los que por ahí dormíamos quedábamos a la espera de que el sol los desaparecía o la olas se los llevaran. No puedo asegurar que todo Máncora sea igual, pero por lo menos Playa el amor día con día se convertía en un cementerio costero.

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En el tiempo que estuvimos allá, nos encontramos de todo lo que se puedan imaginar. Hubo días con decenas de peces por todas partes:

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Los niños que pasaban intentaban regresarlos al mar. En un afán de revivirlos los lanzaban fuertemente, y en un segundo las olas los regresaban a su mismo lugar.

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Otro día encontramos pedazos por todas partes de un pez espada

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A punto de que el sol lo desintegrara un señor llego y corto su pico para venderlo al mejor postor.

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Y también hubo aves, a la espera de algún carroñero que terminara por llevarse lo que quedaba de ellas.

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Y lo más impresionante fue un día despertar y ver a tan solo unos cuantos metros un lobo marino. Sin que nadie hiciera nada, el león se quedo ahí hasta el día que dejamos Máncora, esperando a que el sol o que algún buitre acabara con él.

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Pero el cementerio costero no fue obstáculo para disfrutar de la bella playa, Máncora te atrapa y sabe como hacerlo, como con sus atardeceres increíbles.

Música por todas partes, pero no cualquier tipo de música, Máncora nos dio hermosas canciones hechas por chicos de todo el mundo que reunidos nos ofrecían bellas melodías.

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Máncora te regala esas vistas panorámicas desde el faro, donde además puedes ver el atardecer con otra perspectiva.

Máncora nos dio muchas cervezas con los «patas», muy buenas conversaciones y encuentros con personas muy especiales que comparten la misma visión de vida.

Y le dio a ella, a nuestra Vilca unos días de completa felicidad entre su lugar favorito que es el mar y los nuevos amigos para jugar.

Dicen por ahí que a Máncora entres si quieres, y salgas si es que puedes…. Y nosotros dos semanas después salimos, con ganas de quedarnos pero en busca otra parte del Perú igual de mágica, nosotros avanzamos hacia la sierra….

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