Al sur del mundo las fronteras invisibles se hacen presentes en una extensión de más de 5,000 kilómetros, hay puntos de migración por todas partes, y fue al sur, justo en la parte patagónica donde comenzamos un zig zag entre Argentina y Chile, no nos queríamos perder absolutamente nada la parte más austral del mundo.
2x8b0870Llegando a Futaleufú comenzamos a avanzar sin rumbo, el mapa indicaba pequeños pueblos, y el Poderoso continuaba el mismo camino recto a ningún lado, no había otra parte hacia donde más girar y la desolación se hacia presente. En algún punto después de algunos baches, mucho lodo, lluvia y grandes piedras en el camino encontramos un pueblo con un nombre extraño pero lo suficientemente grande como para buscar donde acampar y quedarnos por algunos días, estábamos acercando a Puyuhuapi.2x8b0924Tan solo recordar aquellos días nos da un ansiedad en las rodillas e inmediatamente nos comienzan a surgir las ganas de levantarnos de la silla y salir corriendo hacia allá, para volver a adentrarnos a esas rutas, que en algún momento nos hicieron soñar con una vida ahí, alejada de todo, disfrutando únicamente de la naturaleza. Una vida en la Patagonia.0En el camino nos encontrábamos a uno que otro ciclista viajero que pasaba a nuestro lado, solo nos saludamos y ambos continuábamos, nadie más transitaba por aquellos lugares. Cruzamos el río y nos detuvimos a estirar los pies, los paisajes que recorríamos eran impresionantemente bellos.

Después de muchas horas de terracería, cuando creímos que el Poderoso ya no iba a dar más, Puyuhuapi nos dio la bienvenida, entre arboles, neblina, y muchos colores llegamos al pequeño pueblo mágico.

Puyuhuapi fue construido en 1935. Sus primeros pioneros lucharon mucho tiempo por salir del aislamiento patagonico en el que vivían, así que hicieron un camino al lago Risopatron. Hasta 1982 la única forma de llegar a Puyuhuapi era en barco o en avión.

Su población era en su mayoría europeos, ya que hace muchos años Chile ofrecía tierras gratuitas a quienes quisieran trabajarlas, así fue como llegaron los primeros alemanes a trabajar las tierras, de ahí proviene la influencia de esta cultura en sus construcciones.

Además adoptaron por tradición una de las principales fuentes de trabajo alemana: la cerveza. Puyuhuapi es también conocido por sus fábricas de alfombras.

En 1971 únicamente habitaban 100 personas, el día de hoy hay 500 personas viviendo en este pequeño pueblo.

El tiempo no pasa por este lugar, los días se detienen en el invierno, los turistas no llegan, es el verano lo que ellos esperan para poder mostrar su belleza, aunque las ventanas queden congeladas con adornos de una navidad pasada.

Y ni hablar de la neblina, que mientras más densa se ponía, mejor adornaba el paisaje, el misticismo que estas nubes blancas le aportaba al puerto nos hacia preguntarnos: ¿Y donde está la gente? En 3 días solo conocimos a la señora del mini mercado, parecía un pueblito fantasma.

Así fueron nuestros días en este bello lugar, comiendo calafate, andando por todos los caminos, y fotografiando cada detalle con un silencio dominante siempre presente. De Puyuhuapi mantenemos esos recuerdos donde la tranquilidad se apodero de nosotros, el constante movimiento no nos dejaba asimilar el trayecto y fue en este punto donde comprendimos en que parte del mundo nos encontrábamos.

Y así después de varios días de relajación continuamos el camino rumbo al Ventisquero Colgante. Tal vez no lo íbamos a poder ver ya que el clima no nos favorecía, pero ya no importaba, la belleza de Puyuhuapi nos había dejado sedados….

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