Ya ni siquiera puedo contar el tiempo que llevamos de viaje, porque tal vez en algún momento de todos estos años nos volvimos sedentarios, en ratos tenemos que parar y trabajar, continuamos el viaje, volvemos a parar y así sucesivamente. Hemos llegado a tener departamento, casa, un cuarto, pero siempre en la mente llegamos al mismo punto: extrañamos a la familia, extrañamos a los amigos, extrañamos México.

Y al final, toda esta bola de sentimientos nos hace recordar que lo que estamos viviendo sigue siendo el mismo viaje, es el mismo sueño con el que salimos hace tanto tiempo y al que decidimos partir sin «V» de vuelta. Este gran viaje que se ha vuelto parte de nuestra vida.

Frente a nosotros se han cruzado miles de rostros, algunos sin entender aún el porque permanecen en nuestra mente, clavados como un bello recuerdo de algún momento que se volvió importante gracias a ellos. Como aquella persona en Guatemala de largo cabello, vestida de una forma hermosa, más pequeña que mi propio 1.58 de estatura y con un vaso de agua en la mano, dispuesta a darnos todo lo que tenía en ese momento con tal de suavizar ese momento de estrés en la carretera.img_0652También hemos cruzado con esas miradas fuertes, que aún sin recordar el rostro nos siguen dando escalofríos al pensar en ellas, como olvidar ese trió de Colombianos encapuchados que abordo de una motocicleta y con pistola en mano pasaban a un lado nuestro en ese desierto desolado, donde no había nada, solo algunas chivas cruzando frente a nosotros. img_6978Y es que vivir una vida viajando te satura la mente de recuerdos, de atardeceres inolvidables; como ese que nos sorprendió cuando llegamos a Nicaragua o como el de aquella tarde en El Chaltén donde obligadamente y a falta de dinero tuvimos que parar en un refugio y con un pedazo de pan y mucho queso nos quedamos ahí observando el cielo despejado y la nieve color rosa. Ese momento que mientras pasaba pensábamos: No tener donde dormir hoy, ha sido lo mejor que nos ha pasado.2-2Viajar, además de cada anécdota, fue un despertar en nuestra conciencia, fue una forma de renacer, de cambiar el chip de lo establecido, de darnos cuenta que no podíamos seguir dejando que la única vida que tenemos se nos pudiera ir detrás de un escritorio, aprendimos desde lo más simple: Asombrarte de lo cotidiano. Hasta lo más complicado: Aprender a sobrevivir en un país lejano.

Salimos en un Volkswagen con un mochila llena, saturada de cosas innecesarias, las llenamos de todo lo que creímos que algún día íbamos a necesitar, nuestra nueva casa cargo por meses cosas tan absurdas y al mismo tiempo tan indispensables como aquel ukulele que no sabíamos tocar, que tampoco intentamos aprender y que lo mantuvimos cerca de nosotros hasta que un amante de lo ajeno nos hizo el favor de llevárselo. O como aquella sombrilla que cargamos por más de 2 años en espera del momento de usarla, hasta que un día, una luz nos iluminó y decidimos regalarla a un buen amigo al que sabíamos le sería más útil que a nosotros.img_9575Con el pasar de los meses y de los años fuimos aligerando la carga, y no hablo solo de lo material si no también de lo espiritual, el viaje nos hizo fluir, dejamos de pensar en lo que podría pasar, comenzamos a vivir y a disfrutar de cada uno de los contratiempos. Ahora sabemos que nada malo viene sin una razón; y es que después de tantos inconvenientes aprendimos que mientras estuviéramos vivos todo tenía una solución. Después de ese momento, mágicamente, cosas buenas comenzaban a pasar en los momentos de pánico. Como aquella vez que el Poderoso no quiso avanzar más en medio de la carretera, había mucha lluvia, hasta granizo nos cayo, no teníamos teléfono, no sabíamos a donde ir y una persona se detuvo a jalarnos hasta la ciudad y ahí nos encontramos con un mecánico que además de reparar el auto nos ofreció un cuarto y una cama, al día siguiente fue cumpleaños de Gus y lo festejamos con ellos, como en familia. Cada uno de los percances que sufrimos fueron al final días que jamás olvidaremos.

Después de algún tiempo que para nosotros específicamente son años, el viaje se convirtió en cierta rutina, pero no hablamos de la rutina que vivimos en una vida «normal» es una rutina en la que no sabes que te espera, armar y desarmar la mochila, subir y bajar las cosas del auto, presentarte y despedirte de cada persona que conoces, contar tu historia una y otra vez, manejar y manejar, perderte y encontrarte, no saber donde dormir, buscar un baño por toda la nueva ciudad, caminar y caminar, agarrar un mapa, ubicarte y continuar….26485070131_616a5c0bc7_k-2Pasan los años y te das cuenta que una ducha caliente vale más que cualquier hotel de lujo, ponerte ropa limpia es lo mejor que puede pasar después de un día largo de viaje, comer algo picante es lo que más disfrutas en un día con hambre, poder contemplar un paisaje nevado con los pies calientitos, lo gozas como estar en una playa con sol ardiente. Es ese momento cuando lo material lo dejas a un lado, cuando las cosas simples de la vida las comienzas a apreciar, cuando te das cuenta que no necesitas nada más que estar sano para seguir andando por la vida, es cuando te das cuenta que todo el viaje ha tenido sentido.25945838874_2d49d344b9_k-2Disfrutar los momentos silenciosos, conectar en la naturaleza, llenar tus ojos de paisajes indescriptibles, empapar tu lengua con sabores nuevos y darte cuenta que pensar en ellos aún te hacen salivar, dejar aún lado los prejuicios, comenzar a vivir tu vida sin necesidad de ocuparse en las demás y lo principal es darte cuenta de que si alguien te pone a escribir lo que ha pasado en tu vida, cada uno de los días durante los últimos 3 años, y tu puedes recordar absolutamente todo es la mejor forma de entender que cada uno de esos días han valido la pena, que cada día ha sido tan especial que se ha guardado en la mente, que cada día se ha vivido como si fuera el ultimo de nuestras vidas.

Viajar es dar ese primer paso al irse de casa, es tomar cualquier camino y perderse, es encontrar la salida. Viajar no es fácil, es alejarse de lo cotidiano, es acercarte a tus miedos más profundos. Viajar es no detenerse, continuar y continuar, aunque el camino se vea difícil. Viajar no es huir, viajar es vivir; y también viajar es volver, es reencontrarse con lo que más queremos, es disfrutar esos momentos y es volver a hacer la maleta para seguir.

Porque el día que se aprende a vivir sin saber qué es lo que nos espera, es ese momento maravilloso en el que te das cuenta que tu vida se ha transformado y que es tu corazón el que esta guiando cada uno de tus pasos, y es que en todo este tiempo, dejamos que fuera él, el que decidiera que camino había que tomar.21327579665_db1053ffa4_k-2Viaja, vive, sueña, crea, cae, levántate,  vuelve caer pero siempre levántate e inténtalo, porque no hay nada más frustrante que escuchar las excusas de aquellas personas que no se atrevieron a vivir su sueño.

Nosotros viajamos porque el mundo es enorme para quedarnos en un mismo lugar, nosotros viajamos porque el tiempo en la tierra es indefinido, porque de este mundo no nos llevamos nada más que nuestros recuerdos y porque sabemos que esos recuerdos se construyen viviendo la vida que nosotros siempre hemos soñado.
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Comments:

  • EDGARDO AZABACHE CERPA

    15 septiembre, 2016

    Que interesante reflexion…si, viajar es maravilloso, es vivir la vida, contemplarla, saborearla, nos enriquece, nos sensibiliza.
    He estado siguiendo sus aventuras de viaje en esta blog y ello me estimula a seguir viajando.

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